Islandia. Una lucha constante con la naturaleza. Dos viajeros. Un viaje duro, largo, hermoso, catártico, peligroso, bello, metafórico, onírico, lleno de estoicismo, de ternura, de vida, de muerte, de miedo, de valentía, de frío, de nieve y más nieve que hacen que el cielo y la tierra sean uno, tenue, crepuscular.
Avatares emocionales a raudales que mueven la trama con preguntas existenciales, con una prosa muy lírica y poética, llena de anáforas, alliteraciones, onomatopeyas y toda una imaginería de la nieve y las tormentas que hacen de esta novela y su prosa algo diferente y en la que la palabra es muy importante porque la tormenta es exterior e interior.
Además con La pena de los ángeles también podemos conocer algunas aspectos y tradiciones de la Islandia del siglo XIX con escenas costumbristas en la que los personajes con una taza de café dejan fluir sus emociones y sus infiernos.
En resumen la historia comienza así : Jens, un cartero que recorre los pueblos más aislados de la costa oeste islandesa, tiene que refugiarse en casa de Helga. Allí conocerá a un grupo de personas que pasan los días reunidos, disfrutando del café caliente y escuchando a un chico casi recién llegado que recita a Shakespeare. Una vez recuperado de su cansancio decide retomar su trabajo ya que todavía tiene reparto en zonas muy aisladas y complicadas. En este nuevo viaje, no irá solo, el chico anónimo le acompañará y entre refugio y refugió irán conociendo a granjeros y pescadores con historias fuertes que les harán meditar sobre la vida en general y su propia existencia.
Muy apropiado para una tarde de invierno, con una taza de té caliente porque sentirás frío y agradecerás estar a cobijo...